miércoles, 17 de diciembre de 2008

Progresando!


María, una bondadosa auxiliar de maestra, solamente quería amar mejor a sus estudiantes: niños con problemas emocionales.
Pudo haber sido muy tolerante, pero Danny estaba agotando su paciencia; antes había sido más fácil, cuando prefería herirse a sí mismo antes que a otros. Y aunque tenía sólo siete años, realmente
le lastimaba ser golpeada por él. Durante meses, Danny se retiró a un mundo privado, intentando golpear su cabeza contra una pared cada vez que se sentía incómodo. Pero ahora, estaba progresando, ya que en vez de abstraerse, golpeaba a María.
-¿Progresando? -exclamó María-. ¿Cómo es que este progreso va a impulsarle a dañarme? -Danny fue abusado en su infancia repetidas ocasiones -explicó el psicólogo de la escuela-. Sólo ha conocido adultos que fueron mezquinos con él, o que sencillamente hicieron caso omiso a sus necesidades básicas. Jamás tuvo en quien confiar. Nadie fue cercano a él; nadie enjugó sus lágrimas, ni le preparó alimento cuando el hambre le azotaba. Padeció castigos sin motivo.
Sí, está progresando: por primera vez en su vida, deposita suficiente confianza en un adulto, como para exteriorizar su ira, antes que autodestruirse. Usted es el adulto merecedor de su confianza.
Después de haber escuchado esa explicación, con lágrimas brotando de sus ojos,
María exclamó: -¡Ya entiendo!... Y mientras su comprensión aumentaba, su enfado desvanecía.

John Ruskin escribió: Cuando amor y experiencia operan juntos, anticipan una obra cumbre.



Fuente: Amanecer con Dios, Editorial Unilit

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