jueves, 18 de diciembre de 2008

Generosidad

Hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre caminaba por oscuras calles llevando una lámpara encendida.
La ciudad era tenebrosamente oscura en noches sin luna como aquella.

En determinado momento, se encuentra con un amigo, que, de pronto, lo reconoce.

¡Es Guno, el ciego del pueblo! Entonces, le dice:
- ¿Qué haces Guno, con una lámpara en la mano?
Si tú no ves...


El ciego responde:
- No llevo la lámpara para ver mi camino. Conozco las calles de memoria. Llevo luz para que otros encuentren su camino al verme...

- No solo es importante la luz que me sirve, también lo es la que uso para que otros puedan servirse de ella.

Alumbrar a otros no es tarea fácil...Muchas veces en lugar de alumbrar, oscurecemos el camino de los demás...
¿Cómo?
A través del desaliento, la crítica, el egoísmo, el desamor, el odio, el resentimiento...


¡Qué hermoso sería que todos ilumináramos los caminos de los demás!

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