lunes, 8 de diciembre de 2008

La Bomba y la Botella


Un hombre estaba perdido en el desierto, y a punto de morir de sed, cuando vió una vieja cabaña estropeada por el tiempo. Buscó la sombra, y mirando alrededor, vió una bomba de agua, vieja y oxidada. Se arrastró hasta allí y empezó a bombear sin parar.
No ocurrió nada, y desanimado, se echó en el suelo. Notó a su lado una botella con algo escrito. La miró, la limpió, y pudo leer: "Para que la bomba funcione, primero necesitas prepararla, vaciando en ella toda el agua de esta botella, mi amigo".
PD.: "Haz el favor de volver a llenar la botella antes de irte."
El hombre la abrió, y efectivamente contenía agua. Estaba casi llena.

Pero ahora se enfrentaba a un gran dilema: Si bebía el agua podría sobrevivir, pero si echaba el agua en la vieja bomba, quizá obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, o tal vez no.
Si funcionaba, podría tener toda el agua que quisiera y podría llenar la botella para la próxima persona, pero... ¿y si no funcionaba?
¿Qué debía hacer? ¿Volcar el agua en la vieja bomba y esperar el agua fresca, o beber la de la botella y salvar su vida?
¿Debía perder todo lo que tenía, esperando que aquellas instrucciones poco confiables, escritas no se sabía cuándo, fueran ciertas?
Con temor, volcó toda el agua en la bomba, y comenzó a bombear... La bomba empezó a chirriar, pero nada ocurrió.
Al cabo de unos instantes, surgió un hilito de agua; después un pequeño chorro, y finalmente, salió con abundancia.
La vieja y oxidada bomba hizo salir mucha, pero mucha agua fresca y cristalina. El hombre llenó la botella y bebió de ella hasta saciarse. La llenó otra vez para el próximo que pasara por allí, la enroscó y agregó una pequeña nota a la etiqueta.
¡Créeme, funciona! ¡Necesitas dar toda el agua antes de poder obtenerla otra vez!

“Necesitas vaciarte de tí mismo para poder recibir todas las maravillas que Dios tiene preparadas para tí”

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