jueves, 25 de diciembre de 2008

El Brillo de la Navidad

La estatuilla de un ángel que llevaba de la mano a un niño se encontraba en un estante olvidado de la trastienda de un establecimiento de compra y venta de antigüedades.
Estaba cubierta de hollín y polvo, perdida entre un montón desordenado de tarros, platos y adornos.
Un cliente que curioseaba en la tienda descubrió la figurilla y la tomó en las manos. Se le ocurrió una idea inspirada: la rescataría del olvido, la restauraría y la colocaría en un lugar destacado entre sus adornos navideños.

En el taller del sótano de su casa, pintó el ángel y el niño con esmalte blanco brillante. Seguidamente pintó de purpurina dorada las alas del ángel y el cabello del niño. Cada una de las pinceladas obró maravillas. La vieja y sucia estatuilla se transformó en una flamante y reluciente, en un objeto de singular belleza.

Mientras pintaba, pensó: «¿No es esto mismo lo que le pasa a uno en Navidad? Llega al final del año cubierto de polvo por la lucha diaria. Entonces la Natividad lo inspira a repintar su naturaleza con amor, alegría y paz».

¡El arte de repintar el ángel! Esa es la labor del hombre a lo largo de su vida: jamás quedarse tirado en el polvo y la suciedad, sino levantarse heroicamente tras cada caída.

¡Repintar el ángel! Es necesario no perder nunca los ideales, sueños y objetivos. Siempre se les puede dar lustre con una esperanza renovada.

Esta anécdota nos recuerda que la vida adquiere un brillo singular en Navidad. Empieza con la maravilla de un recién nacido que llega con un mensaje de amor y esperanza. Para los que tienen familia, continúa con la felicidad de la celebración en compañía de los seres queridos. Para todos, solos o acompañados, se completa meditando sobre lo que ha hecho Jesús por nosotros y agradeciéndole Sus bendiciones.

Si la Navidad es tan entrañable no es solo porque disfrutamos lo que ha hecho Dios por todo el mundo, sino también por nosotros en particular. Nos ha repintado con nuevas cualidades que no podríamos haber conseguido por cuenta propia. Ha puesto Su amor en nuestro interior. Nos ha dado la paz prometida por los ángeles. Nos ha perdonado todo pecado y fracaso, y ahora nos acepta como hijos. Nos deja sentir la alegría de conocerlo. La Navidad nos transforma.


Chloe West

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