domingo, 14 de diciembre de 2008

Gansos en Navidad

Un hombre no creía en Dios; su esposa por el contrario, era fiel creyente, y para Nochebuena, se disponía a asistir a la parroquia, con sus hijos; le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.
¡Qué tontería!, dijo.
¿Por qué Dios se iba a rebajar, descendiendo a la tierra como hombre?
¡Qué ridiculez!
La esposa y los niños se marcharon y él quedó en casa.
Rato después, se desató una ventisca.
De repente, oyó un fuerte golpe en una de las ventanas.
Miró hacia afuera, pero no logró ver nada.
Cuando la nevada amainó, salió para averiguar qué había pasado, y descubrió una bandada de gansos salvajes, que aparentemente, iban hacia el sur a pasar el invierno, y habían sido sorprendidos por la tormenta; daban aletazos y volaban en círculos por el campo, buscando su rumbo.
Pensó que, posiblemente, el ruido era de alguna de esas aves chocando su ventana.
Sintió lástima y quiso ayudar. Podrían quedar en el granero, pensó. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la tormenta, así, dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par, con la esperanza de que las aves entraran.
Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear, sin entrar. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero sólo consiguió asustarlas y alejarlas más. Tomó pan, lo fue repartiendo y dejando un rastro hacia el interior. Sin embargo, no le entendieron el mensaje, y empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero, y lo que consiguió fue asustarlos más y dispersarlos en todas direcciones...
¿Es que no se dan cuenta de que es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevada? Reflexionando, entendió que las aves no seguirían a un ser humano. Si fuera uno de ellos, podría salvarlos, pensó. Seguidamente tomó un ganso doméstico y lo llevó en brazos, paseándolo entre los salvajes, luego, lo soltó. Su ganso voló entre los demás y fue directamente al establo.
Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.
El campesino quedó en silencio, mientras sus palabras le resonaban en la cabeza: "¡Si fuera uno de ellos, podría salvarlos!", ¡era la respuesta a lo que había preguntado a su mujer!: ¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!
...De pronto, todo cobró sentido. Entendió precisamente lo que había hecho Dios. Somos como estos gansos: estamos ciegos, perdidos y a punto de perecer.
Dios se hizo hombre a fin de indicarnos el camino y guiarnos a la salvación.
Al cesar los vientos y la nevada, corrió al encuentro con su familia a la iglesia, donde entregó su vida a Jesús.
Así festejó la primera Navidad con Cristo en su corazón.
“... Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida, nadie va al Padre, sino por Mí”
Juan 14:6


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