le llegó su turno de nacer como niño, y dijo a Dios:
-Me enviarás mañana a la tierra, pero...
¿como podré vivir siendo tan pequeño e indefenso?
-Entre muchos ángeles, escogí uno para tí que te está esperando
y que te cuidará, le dice Dios.
-Pero dime, aquí en el cielo no hago más que cantar y sonreír... Eso basta para ser feliz!
-Tu ángel te cantará y te sonreirá todos los días, sentirás su amor y serás feliz.
-¿Y cómo entender lo que la gente me hable si no conozco el extraño idioma que hablan los hombres?
-Tu ángel te dirá las palabras más dulces y tiernas que puedas escuchar, y con paciencia y cariño
te enseñará a hablar.
-¿Y que haré cuando quiera hablar contigo?
-Tu ángel te juntará las manitas y te enseñará a orar, y podrás hablarme.
-He oído que en la tierra hay hombres malos... ¿Quien me defenderá?
-Tu ángel te defenderá, aún a costa de su propia vida.
-Pero estaré triste porque no te veré más, Señor.
-Tu ángel te hablará siempre de Mí, y te enseñará el camino para que regreses a mi presencia, aunque siempre estaré a tu lado.
En ese instante una gran paz reinaba en el cielo, pero ya se
oían voces terrestres, y el niño presuroso repetía con lágrimas en sus ojitos sollozando:
-DIOS MÍO SI YA ME VOY, ¡DIME SU NOMBRE!: ¿COMO SE LLAMA MI ÁNGEL?
-SU NOMBRE NO IMPORTA, TÚ LE DIRÁS...
¡MAMÁ!
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