El distraído tropezó con ella.
El violento la utilizó como proyectil.
El emprendedor, construyó con ella.
El campesino, cansado, la utilizó como asiento.
Para los niños fue un juguete.
David mató a Goliat, y Michelángelo le sacó la mas bella escultura.
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre.
No existe piedra en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento.
viernes, 13 de febrero de 2009
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