miércoles, 19 de noviembre de 2008

Raíces...


A menudo observaba, desde mi ventana, a un vecino médico, cuyo "hobby" era plantar más y más árboles en el enorme patio de su casa.
Lo que más llamaba mi atención, era que jamás los regaba. Y noté, después de un tiempo, que demoraban mucho en crecer.
Un día, me acerqué a preguntarle si no le preocupaba que sus plantas no crecieran... dado que ¡nunca las regaba!.
Fue cuando, con aire orgulloso, me confió su teoría. Dijo que, si las regase, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían esperando por el agua fácil, que venía de arriba.
Como no las regaba, demorarían más en crecer, pero sus raíces migrarían hacia lo profundo, buscando el agua y nutrientes en las capas inferiores del suelo. Así serían más resistentes a la intemperie.
Agregó que frecuentemente daba palmadas en sus árboles, con un periódico doblado, y lo hacía para que se mantuvieran despiertos y atentos.

Esa fue la única conversación que tuvimos.
Tiempo después fui a vivir a otro país, y no volví a verlo.
Años más tarde, al regresar, dí una mirada a mi antigua residencia. Al aproximarme, noté un bosque que no había antes.
Mi antiguo vecino, ¡ había realizado su sueño !.
Lo curioso es que era un día de viento fuerte y helado, y los árboles de la calle estaban arqueados, como si no estuviesen resistiendo el rigor del invierno. En tanto, en el patio del médico, prácticamente no se movían, soportando estóicamente aquel fuerte viento. Qué curioso, pensé...
Las adversidades que habían vivido siendo privados de agua, los haian beneficiado de un modo que el confort jamás lo habría conseguido.
Día a día, antes de acostarme, doy una mirada a mis hijos. Observo sus camas y veo cómo han crecido.

Normalmente rezo por ellos.
La mayoría de las veces, pido que sus vidas sean fáciles, que no sufran las dificultades y agresiones de éste mundo...
Es hora de cambiar mis plegarias.
Es inevitable que los vientos helados y fuertes los alcancen.
Ellos encontrarán innumerables dificultades y , por tanto, mis deseos de que no las tengan, son muy ingenuos. Siempre habrá tempestad en algún momento, queramos o no.
Contrariamente a lo que siempre he hecho, rezaré para que crezcan con raíces profundas, de forma que retiren energía de las mejores fuentes, que se encuentran en los lugares más distantes.
Pedimos siempre facilidades, y en verdad lo que necesitamos es desarrollar raíces fuertes, de modo que cuando las tormentas lleguen, y los vientos helados soplen, resistamos, sin ser subyugados o barridos.
La naturaleza nos enseña todo, si sabemos observar...


Autor: Desconocido

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