domingo, 16 de noviembre de 2008

Huellas


Una noche tuve un sueño...
Soñé que caminaba por la playa con Nuestro Señor, y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.
Por cada escena que pasaba, percibí también que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas mías, y las otras del Señor.
Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás; y noté que muchas, veces en el camino, quedaba sólo un par de pisadas en la arena.
Noté también que sucedía en los momentos más difíciles de mi vida.
Esto realmente me perturbó, e inquirí: "Señor, Tú me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo a lo largo del camino; pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas.
No comprendo porqué me dejaste en las horas en que más te necesitaba".
Entonces, Él, posando en mí su
infinita mirada, contestó:
"Mi querido hijo: Yo te amo; y jamás te abandonaría en los momentos difíciles.
Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas, fue, justamente allí, que te cargaba en mis brazos".

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