sábado, 22 de noviembre de 2008

Darse Cuenta...

Te invito a analizar esta situación...

Estoy cansado de trabajar, y ver la misma gente, camino al trabajo, el tráfico insoportable, el tumulto en el transporte.
Todos los días igual, ya no lo soporto.
En casa, mi esposa sirve lo del almuerzo para cenar. Mi hija quiere jugar; ni siquiera puedo ir al baño tranquilo.
¿Nadie entiende que estoy cansado? ¿No se dan cuenta de que necesito descansar?
Papá es bastante impertinente y quiere charlar cuando quiero descansar; entre clientes, esposa, hija y padre me vuelven loco: ya no puedo más.
¡ESTOY HARTO!
¡Quiero paz! Lo único bueno es dormir. Al cerrar los ojos siento alivio, olvido todo y ¡no más problemas!

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-"Hola: vengo por ti."

-¿Quién eres?, ¿Cómo entraste?

-Me manda Dios. Escuchó tus quejas: tienes razón, es hora de descansar.

-No es posible, para eso tendría que estar muerto...

-Así es: estás muerto...
Ya no tienes que preocuparte, ni aguantar a quienes te hacen sufrir, ni a tu esposa con sus guisos y su manera de ver las cosas, ni a tu hija que ni siquiera te deja ir al baño; tampoco tendrás que escuchar los consejos de tu anciano padre.

-Pero... ¿qué va a pasar con todo? ¿Y mi trabajo?

-No te preocupes: mira, asómate...
¿Ves al hombre que trabaja decididamente en tu escritorio?: ya contrataron alguien que te supliera; por cierto, lo hace mejor que tú; y está muy feliz con la oportunidad, porque llevaba tiempo sin empleo.

-¿Y mi esposa? ¿Y mi bebé?

-No te preocupes.
A tu esposa le fue dado un buen hombre, que la quiere, respeta y valora; le encantan sus guisos y se llevan estupendamente, es paciente y la complace en todo; ama a tu hija y juegan siempre después del trabajo; antes de dormir hacen juntos su oración: son muy felices.
Ellas lo quieren mucho.

-No. ¡No puedo estar muerto!

-Lo siento, la decisión ya fue tomada, ven conmigo.

-Pero... ¡eso significa que jamás volveré a besar a mi bebe, ni a decir a mi esposa que la amo, ni darle un abrazo a papá y compartir con él!
¡No quiero morir! ¡quiero vivir y envejecer junto a ellos! ¡no quiero morir todavía!
¡Por favor, Señor, dame otra oportunidad de vivir!
¡Si me la dieras, te juro que sería muy diferente! ¡Por favor, Señor! ¡Dame una última oportunidad!

-¡Despierta, amor tienes una pesadilla!

...Me sacudió mi esposa y abrí los ojos. Giré y miré sus ojos; y la abracé fuertemente.

-No; no fue una pesadilla: fue la oportunidad que Dios me dió para vivir intensamente, y demostrar cuánto las amo. Les he fallado y voy a repararlo: juro que seremos felices.
Llamaré a papá y lo invitaré; y no volveré a pasar ni un día sin decir que los amo: tal vez sea la última oportunidad de hacerlo.
¡Estoy vivo! ¡Y podré disfrutar todo a pesar de las circunstancias!..

¡QUÉ MARAVILLOSA ES LA VIDA¡


Autor desconocido

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