lunes, 22 de junio de 2009

Oportunidades

En cierta ocasión, el Emperador Napoleón I se encontraba delante de un grupo de soldados, cuando de repente su caballo se desbocó; entonces un soldado raso se lanzó, y, tomando el freno, pronto pudo detenerlo.
Se dice que Napoleón saludó al soldado y le dijo:
- “Gracias, mi capitán”.
El soldado se sorprendió al oir al Emperador decirle “capitán”, pues él era un simple soldado raso, peroentendió que se encontraba ante Napoleón, y que si él quería, podía hacerlo capitán.
Así que, saludó y le preguntó:
- “¿De qué regimiento, mi Emperador?”
Napoleón contestó:
- “De mi guardia personal.”

Aquel soldado raso se presentó como capitán ante el jefe de la guardia personal de Napoleón; el oficial, viéndolo con uniforme de soldado raso, preguntó:
_ “¿Capitán, por órdenes de quién”
– “Por órdenes de mi Emperador, Napoleón I.”

En ese momento dejó de ser soldado raso y llegó a ser capitán.
Si este soldado no hubiese tenido fe, hubiera dicho:
“Mi Emperador me dice capitán, pero yo no soy más que un soldado raso. Por el susto que le dió el caballo, se equivocó y me dijo capitán”, y hubiera ido a tomar su lugar y habría permanecido raso toda su vida.

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