sábado, 27 de junio de 2009

Camiones de Basura

Subí a un taxi rumbo a la Estación Central del Ferrocarril y cuando íbamos por el carril de la derecha, por poco nos estrellamos con un auto qu salió como bólido de donde estaba estacionado.
El conductor del taxi en que iba alcanzó a frenar, se derrapó y por un pelo casi le pegamos al auto que quedó frente a nosotros.
Después de esto, el conductor del OTRO auto, el que casi causó el accidente, asomando la cabeza por la ventanilla comenzó a gritarnos una cantidad horrible de insultos.
Todavía recuperándome, lo que acabó de sacarme de mis casillas fue la actitud del chofer de mi taxi, quien en forma extremadamente amistosa y cortés le sonreía y saludaba con la mano al conductor del otro auto.
Estaba furioso y confundido, pero no me quedé con las ganas y le pregunté por qué se ponía a sonreír y saludar al que casi nos hizo chocar, arruinar su taxi y posiblemente hasta enviarnos al hospital.
Entonces, el taxista me contó lo que ahora yo llamo “La Ley del Camión de Basura”.
Mire, me dijo:
- ¿Ve aquel camión de basura?
- Sí, le dije ¿y eso que tiene que ver?
- Pues, así como esos camiones de basura existen, hay muchas personas que van por la vida llenos de basura, frustración, rabia, y decepción.
Tan pronto como la basura se les va acumulando, necesitan encontrar un lugar donde vaciarla, y si usted los deja seguramente le vaciarían su basura, sus frustraciones, sus rabias y sus decepciones.

Por eso cuando alguien quiere vaciar su basura en mí, no me lo tomo como algo personal; sino que sonrío, saludo, les deseo todo el bien del mundo y sigo mi camino.
Hágalo usted también y le agradará el haberlo hecho, se lo garantizo.


A partir de ese día comencé a pensar cuán a menudo permitía que estos Camiones de Basura me atropellen; y me pregunté cuán a menudo recojo esa basura y la esparzo a otra gente en casa, en el trabajo o en la calle.

Así que me prometí que nunca más lo iba a permitir. Comencé a ver camiones de basura.
Veo la carga que traen, veo que me quieren echar encima su basura, sus frustraciones, sus rabias y sus decepciones, y, tal y como el taxista me lo recomendó, sólo sonrío, saludo, les deseo lo mejor y sigo adelante.

Los líderes saben que tienen que estar listos para su próxima reunión.
Los buenos padres saben que tienen que recibir a sus hijos con besos y abrazos.
Los líderes y los padres saben que tienen que estar física y mentalmente presentes y en su mejor estado para la gente que realmente es importante para ellos.
En resumen, la gente exitosa no permite que los Camiones de Basura absorban su día.

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